Somos lo que comemos, es una afirmación que estamos muy acostumbrados a oír, y sin embargo pasamos por alto muy a menudo.
En los últimos años la consciencia nutricional parece estar ganando puntos frente al ritmo frenético de producción sin escrúpulos de la industria alimentaria. Aún así, seguimos viviendo en una sociedad que no favorece ni facilita el acceso a los alimentos de calidad, y por lo tanto, requiere de cierto esfuerzo e intención trabajar en este sentido.
El desarrollo de nuestro cuerpo, hablo de las estructuras pero también de la infinidad de reacciones metabólicas necesarias para el buen funcionamiento de todo el organismo, necesita constantemente de nuevo “material” para llevarse a cabo. Podemos decir que introducimos la materia en nuestro cuerpo mediante tres vías: a través de la respiración, por absorción dérmica (piel), y sobre todo y muy importante, por vía oral mediante los alimentos. Es por este motivo, que damos tantísima importancia a lo que ingerimos, pues de ello dependerá la calidad con la que nos construirnos y desarrollamos.
Una manera de alimentarnos consciente, será clave para ofrecer al organismo los nutrientes que necesita, en la proporción óptima para mantener o recuperar el equilibrio de nuestro organismo. No se trata únicamente de seguir una dieta equilibrada a modo general, sino de aportar lo oportuno en cada caso, según las circunstancias de cada persona. Con ello quiero insistir en el hecho de darle el valor de medicina a la comida. Los alimentos que pueden ser buenos para algunos, pueden no ser los más recomendados para otros, pues todos tienen composiciones distintas, con diferente proporción de nutrientes y por supuesto con propiedades y efectos múltiples sobre nuestro cuerpo. La dietoterapia consiste en esto, en enfocarse en cada caso individualmente y estudiar qué tipo de dieta es la óptima, en función de las carencias, los puntos débiles y el estado de salud.
Por otro lado, los complementos dietéticos nos sirven de ayuda para reforzar el trabajo de la dieta cuando ésta no es suficiente, en casos en los que el desequilibrio se ha instalado con mayor fuerza.
Por lo tanto, la manera de alimentarnos será siempre de los primeros puntos al que centraremos nuestra atención al inicio de cualquier tipo de tratamiento natural, sea cual sea su naturaleza. En mi caso que soy naturópata y no nutricionista ni dietista, y teniendo en cuenta que me ayudo también de otras técnicas, procuro siempre adaptarme a cada persona, y facilito siempre, en la medida que es posible, el desarrollo de este trabajo de “reconducción” en la dieta, para que la persona no se sienta incómoda ni agobiada al seguir las indicaciones recomendadas. Es mejor tomar pocas acciones y hacerlas bien, que querer abarcar mucho y aburrirse o angustiarse por el camino. Donde no se pueda llegar con la dieta, llegaremos con otros recursos. Aún así, debo remarcar que es requerimiento imprescindible tomar consciencia en este sentido al iniciar cualquier tipo de trabajo de apoyo a la salud.
«Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento»
Hipócrates, el padre de la medicina.
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