Hormonas y sistema endocrino: qué son y cómo se regulan
Cuando hablamos de “hormonas”, solemos pensar en tiroides, regla o menopausia. Pero el sistema endocrino es mucho más que eso: es una red de señalización que coordina energía, sueño, temperatura, apetito, respuesta al estrés, reparación de tejidos, fertilidad y parte del equilibrio emocional.
Y lo más importante: rara vez una hormona actúa sola. Casi siempre hay un diálogo entre sistema nervioso, metabolismo, digestivo/microbiota e inflamación. Por eso, entender el sistema endocrino como red (y no como “una analítica suelta”) cambia por completo la forma de cuidarlo.
¿Qué es una hormona?
Una hormona es un mensajero biológico que viaja por sangre u otros fluidos para comunicar a los tejidos qué deben hacer. Pero su efecto depende de tres cosas que muchas veces se pasan por alto:
- Receptores: si un tejido no tiene receptor, esa hormona “no habla ese idioma” allí.
- Sensibilidad: puedes tener niveles normales y, aun así, una respuesta pobre si la sensibilidad está alterada.
- Ritmo: muchas hormonas se liberan en pulsos y siguen patrones circadianos. El tema no va de tener “X cantidad” sino de tenerla en el momento adecuado.
Esta visión explica por qué a veces alguien se siente fatal y “en los análisis sale todo bien”: el problema no siempre es la cantidad, sino la señal, el receptor y el contexto.
Los ejes endocrinos principales (y qué hormonas mandan el mensaje)
Para entenderlo fácil: el hipotálamo y la hipófisis son como “centralitas”, y las glándulas (tiroides, suprarrenales, gónadas…) ejecutan. Lo importante no es memorizarlo, sino ver la lógica: señal → respuesta.
Eje hipotálamo–hipófisis–suprarrenal (HPA)
- Hipotálamo: CRH (hormona liberadora de corticotropina)
- Hipófisis: ACTH (hormona adrenocorticotropa)
- Suprarrenales: cortisol (y también DHEA, dehidroepiandrosterona)
Este eje coordina la respuesta al estrés, la energía disponible y parte de la inflamación. Cuando vive “encendido” demasiado tiempo, puede alterar sueño, hambre, digestión, piel, ánimo y ciclo.
Eje hipotálamo–hipófisis–tiroides (HPT)
- Hipotálamo: TRH (hormona liberadora de tirotropina)
- Hipófisis: TSH (hormona estimulante de la tiroides)
- Tiroides: T4 (tiroxina) y T3 (triyodotironina)
Este eje influye en metabolismo, temperatura, ritmo intestinal, energía, cabello/piel y la sensación de “tirar del cuerpo” o de ir acelerada.
Eje hipotálamo–hipófisis–gónadas (HPG)
- Hipotálamo: GnRH (hormona liberadora de gonadotropinas)
- Hipófisis: LH (hormona luteinizante) y FSH (hormona foliculoestimulante)
- Ovarios/Testículos: estrógenos (especialmente estradiol, E2), progesterona, testosterona (entre otras)
Este eje es fertilidad, ciclo, libido, síntomas premenstruales, menopausia/andropausia… pero también es energía, piel, inflamación y estabilidad emocional.
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Eje del crecimiento y reparación
- Hipotálamo: GHRH (hormona liberadora de la hormona del crecimiento)
- Hipófisis: GH (hormona del crecimiento)
- Hígado/tejidos: IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina tipo 1)
No es solo “crecer”: es reparación, masa muscular, metabolismo, recuperación y envejecimiento saludable.
Otras hormonas-mensajeras que también cuentan
Además de los ejes clásicos, hay hormonas “transversales” que influyen muchísimo en cómo te sientes y en cómo regula tu cuerpo, aunque no siempre se expliquen cuando se habla de tiroides, ciclo o suprarrenales.
Por ejemplo, la insulina y el glucagón (páncreas) condicionan estabilidad de energía, hambre y antojos; la melatonina (ritmo sueño-vigilia) y la leptina/ghrelina (señales de saciedad y hambre) conectan metabolismo con descanso; la prolactina participa en lactancia, pero también puede influir en ciclo y fertilidad si está alterada; la oxitocina, más ligada a vínculo, seguridad interna y lactancia/parto, recuerda que el sistema hormonal no funciona aislado del sistema nervioso y del contexto; y la vasopresina (ADH, hormona antidiurética) ayuda a regular agua y equilibrio de líquidos, algo que se nota en hinchazón y retención en ciertos momentos del ciclo. Incluir estas “mensajeras” en la mirada global ayuda a entender por qué muchas veces lo hormonal se mezcla con sueño, apetito, digestión y estado anímico: porque, literalmente, hablan entre ellas.
Por qué se desajusta (y por qué no suele ser “una sola causa”)
Los motivos típicos que veo en consulta suelen mezclarse:
- Ritmos alterados (luz, sueño, horarios, comidas irregulares)
- Sobrecarga mental/emocional sostenida (sin descanso real)
- Inflamación y terreno digestivo alterado (microbiota, permeabilidad, etc.)
- Carencias o desequilibrios nutricionales (no por “comer mal”, a veces por malabsorción)
- Exposición acumulada a tóxicos y disruptores (plásticos, cosmética, ambiente…)
- Etapas vitales: posparto, perimenopausia, periodos de duelo, cambios fuertes
Cómo lo trabajo en Albaraque (técnicas que pueden apoyar el sistema endocrino)
Aquí no hablamos de “un remedio para una hormona”. Hablamos de acompañar el terreno y el sistema completo. Y sí: lo natural puede modular muchísimo… si se hace con cabeza, personalización y orden.
1) Fitoterapia (plantas medicinales) y adaptógenos
Los adaptógenos se describen como reguladores (no “dopaje”) con acciones amplias: apoyo suprarrenal y regulación de cortisol, equilibrio inmune y nervioso, regulación de ritmos biológicos y metabolismo.
En consulta se individualiza muchísimo (por ejemplo: no es lo mismo un perfil “agotado” que uno “acelerado”, ni un ciclo con mastalgia que un cuadro de sofocos).
Puedes leer más información sobre esta técnica y su aplicación en la categoría del blog:
Fitoterapia.
2) Micoterapia (hongos medicinales)
A nivel base, muchos hongos comparten acciones relevantes para el “terreno”: antiinflamatorias/antioxidantes, inmunomoduladoras y reguladoras metabólicas (glucosa/colesterol).
Y luego hay hongos concretos con enfoque más “nervioso-endocrino”: por ejemplo, Cordyceps se describe dentro de un marco adaptógeno y se relaciona con suprarrenales, DHEA y hormonas sexuales (siempre según caso).
Puedes leer más información sobre esta técnica y su aplicación en la categoría del blog:
Micoterapia.
3) Aceites esenciales (aromaterapia)
Los aceites esenciales pueden utilizarse para apoyar la regulación de funciones hormonales con enfoque sobre tiroides, suprarrenales, hipófisis y páncreas. Y en este terreno no se trabaja solo por vía olfativa: la vía cutánea y la vía oral (en fórmulas concretas) también se contemplan, siempre con criterio, seguridad y supervisión.
Puedes leer más información sobre esta técnica y su aplicación en la categoría del blog:
Aceites Esenciales.
4) Oligoterapia (oligoelementos) como apoyo de regulación
La oligoterapia se fundamenta en oligoelementos que actúan como cofactores enzimáticos y, por tanto, apoyan reacciones metabólicas del organismo.
Dentro de esta técnica se clasifica el terreno por síndromes reaccionales; y el síndrome de desadaptación se relaciona con un desequilibrio temporal neuroendocrino (con subtipos hipófisis-páncreas e hipófisis-gónadas).
Puedes leer más información sobre esta técnica y su aplicación en la categoría del blog:
Oligoterapia.
5) Estímulos naturales (agua, sol, tierra)
Los estímulos naturales (hidroterapia/helioterapia/geoterapia) pueden ser un apoyo potente cuando se usan con lógica: ritmo, recuperación y señal al sistema nervioso… y, desde ahí, el endocrino responde mejor.
Puedes leer más información sobre esta técnica y su aplicación en la categoría del blog:
Estímulos naturales.
Si quieres que lo aterricemos a tu caso
Si te suena eso de “me han mirado hormonas y sigo sin entender qué pasa”, o si notas que tu cuerpo va a destiempo (energía, sueño, ciclo, digestión, piel…), lo más útil no es probar cosas sueltas.
En el Estudio CONECTA lo ordenamos: cuestionario previo + videollamada larga + estudio posterior para ver raíz y relaciones entre sistemas, y a partir de ahí un plan natural personalizado y realista.
Algunas FAQ sobre hormonas y sistema endocrino
Sí. A veces el problema no es la cantidad en sangre, sino el ritmo, la sensibilidad del receptor o el contexto (estrés, inflamación, glucosa, digestión). Por eso conviene mirar el sistema como red y no como un número aislado.
Suele afectar especialmente al eje HPA (CRH–ACTH–cortisol) y, por arrastre, puede influir en tiroides (HPT) y en el eje reproductor (HPG), además de alterar sueño y apetito, que a su vez retroalimentan el resto.
El SPM suele relacionarse con el eje hipotálamo–hipófisis–gónadas (HPG): GnRH → LH/FSH → estrógenos y progesterona. Además, si hay cambios de sueño, apetito o retención, el cuerpo puede estar mezclando señales de otros ejes (páncreas-glucosa y ritmo circadiano), por eso los síntomas no son solo “del útero”.
El eje HPT regula gran parte del “ritmo” del cuerpo: TRH → TSH → T4/T3. Cuando esa señal está alterada (por ritmo, terreno, inflamación o cargas sostenidas), es frecuente notarlo en energía, temperatura, tránsito intestinal, piel/cabello y claridad mental.
El eje páncreas–glucosa (insulina y glucagón) manda señales constantes al metabolismo. Si hay picos y bajones frecuentes, el cuerpo lo vive como inestabilidad: hambre/antojos, bajones de energía, irritabilidad y sueño más ligero. Esa inestabilidad sostenida en el tiempo puede provocar desequilibrios mayores y problemas serio de salud.
Sí: la diabetes está directamente ligada a la señal de la insulina (y al equilibrio insulina–glucagón). Por eso, aunque se viva como “metabólico”, es un tema endocrino de primer nivel.
Cambian las señales del eje HPG (GnRH → LH/FSH → estrógenos/progesterona) y eso puede afectar sueño, termorregulación, estado de ánimo, piel y energía. Si además el eje HPA está exigido, la sensación de desajuste suele amplificarse.
En muchos casos se relaciona con señales androgénicas, especialmente con la conversión de testosterona a DHT (dihidrotestosterona) en la edad adulta.
El sueño se coordina con melatonina (ritmo) y el apetito con señales como leptina/ghrelina (hambre/saciedad), además de la propia estabilidad de glucosa. Si estas señales están alteradas, el resto del sistema endocrino se puede ver repercutido.
En muchos casos se puede mejorar mucho el equilibrio y los síntomas apoyando regulación, ritmos y terreno (nutrición y hábitos, con ayuda de plantas, hongos, aceites esenciales u oligoelementos). La clave es hacerlo personalizado y con orden, no a base de parches.
Depende del punto de partida y del eje implicado. Algunas personas notan cambios en sueño/digestión/energía en semanas; en otros casos (ciclo, piel, terreno) el proceso es más gradual y requiere constancia y ajustes.
Si hay síntomas intensos o que empeoran, alteraciones importantes del ciclo, sospecha de patología tiroidea, cambios de peso o fatiga severa, sangrados anómalos, o si estás con medicación y quieres integrar recursos naturales con seguridad.
