¿Quién no ha sufrido alguna vez una infección de orina? Es interesante profundizar en estas afecciones que nos son tan familiares y arrojar algo de luz sobre la realidad que hay detrás de éstas.
La cistitis es una inflamación aguda o crónica de la mucosa vesical. En muchas de las ocasiones es originada por una infección bacteriana, protagonizada mayoritariamente por Escherichia Coli, aunque también puede haber otras causas. Normalmente no suelen alargarse y resuelven en pocos días sin complicaciones. El peligro de no combatir la infección a tiempo es que ésta tome fuerza y ascienda al riñón.
Por otra parte, en el asentamiento de la cistitis intervienen varios factores. Hay que tener en cuenta las alteraciones del flujo urinario favorecidas por disfunciones anatómicas, obstrucciones (por cálculos, por ejemplo) o la disminución del volumen de orina. Tampoco tenemos que olvidarnos de dar la importancia que merecen el sistema inmunológico y el equilibrio de la microbiota, ya que serán elementos clave para tener nuestras defensas al pie del cañón. Las variaciones del pH de la orina también pueden favorecer estas infecciones.
Mantener una buena higiene de la zona genital (también después de practicar sexo), procurar un flujo regular de la orina (bebiendo el agua diaria pertinente y evitando aguantarnos la micción), evitar el consumo de sustancias irritantes como el café , alcohol o algunos fármacos, y hacer un fuerte trabajo inmunológico, prebiótico y probiótico serán acciones cotidianas que serán buenas para prevenir cualquier infección.
Por otra parte, una vez que la cistitis ya se ha instaurado en nosotras podemos recurrir a varios remedios naturales que apoyarán el trabajo de nuestro cuerpo. Remedios con acción demulcente (protectores de las mucosas), antisépticos urinarios y antiinflamatorios serán los protagonistas de la primera fase del tratamiento natural. Una vez resuelta la infección pueden indicarse también remedios con acción diurética (de nivel suave) para promover la limpieza renal.
La flor de tomillo, la flor de verbena, la hoja de frambuesa, la flor de brezo, los arándanos o la hoja de abedul pueden ser buenos aliados en esta tarea.
En los casos de las infecciones recurrentes, aparte de lo mencionado, es necesario incluir propiedades inmunoestimulantes que fortalezcan nuestras defensas. Tenemos muchas setas y plantas medicinales con estas características que podemos utilizar a diario de manera preventiva.
Sin embargo, en estos casos también podemos recomendar el uso oral y/o cutáneo de algunos aceites esenciales, siempre con mucha precaución y conocimiento (si no se tiene información: NO MANIPULAR). Su acción es tan potente que sin duda el hecho de emplearlos puede marcar una gran diferencia en la resolución. Algunos ejemplos de aceites que pueden beneficiarnos son: el aceite esencial de árbol de té, el de ciprés, el de eucalipto radiata, el de manzanilla alemana, el de apio o el de menta piperita.
Por último, la opción de ir más allá y hacer un trabajo más de carácter energético y emocional también toma mucho sentido en este tipo de desequilibrio. Los desajustes urinarios están muy fácilmente relacionados con conflictos de amenaza de territorio. Flores de Bach que sintonizan con el estado de «miedo a cosas cotidianas», como Mimulus, o como Chicory que nos habla de «relaciones cercanas con condiciones», se convierten en dos buenas esencias para acompañarnos en el proceso desde otra perspectiva.
Te invito a que me contactes si resuenas con esta manera holística de tratar el desequilibrio, sobre todo si tu también estás demasiado familiarizada con las cistitis o las infecciones recurrentes. Podemos desentrañar juntas las causas del malestar desde una perspectiva integral y trabajarlo de una manera natural y conscientes.
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